Las relaciones existentes entre culturas desde la perspectiva de España

El 5 de junio de 2008 organicé una conferencia en Londres en la Residencia del Embajador de España en el Reino Unido bajo el título “Las relaciones existentes entre culturas desde la perspectiva de España”, en la que participaron varios funcionarios y diplomáticos españoles quienes profundizaron en la convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos en nuestra España laica.

El periodista Samir Nassif del periódico árabe con sede en Londres Al Quds Al Arabi escribió un artículo sobre esta conferencia bajo el título: “Conferencia organizada por la Embajada de España en Londres: Las políticas provocativas y unilaterales de Estados Unidos han terminado y Europa debe tomar posiciones unificadas para confirmar su coexistencia con el Islam

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Al-Quds al-Arabi (periódico catarí con sede en Londres)

Volumen 20, 7/8 de junio de 2008

Londres, Al Quds Al Arabi, Samir Nassif:

La Embajada de España en Londres ha organizado una conferencia bajo el título “Las relaciones existentes entre culturas desde la perspectiva de España”, en la que han intervenido responsables y expertos en la convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos en España en una sociedad laica que abarca diversas tendencias.

Ha tenido lugar la conferencia en la residencia del Embajador español en el Reino Unido, Carlos Miranda, y han asistido a ella Embajadores árabes y europeos que han participado en las discusiones, exposiciones y sugerencias allí planteadas junto con otros especialistas, y que han sido organizadas por la Consejera cultural de la Embajada, Mon González.

Después de que el Embajador diera la bienvenida a los participantes, Máximo Cajal, representante del Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y ex Secretario del Ministerio español de Asuntos Exteriores, pronunció un destacado discurso en el que habló del grupo de la Alianza de Civilizaciones, que se ha creado en los últimos años, y al que España apoya oficialmente con gran interés, especialmente su Presidente y el Ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

Cajal señaló que “el mundo unilateral controlado por Estados Unidos después de la caída de la Unión Soviética a principios de la última década del siglo XX está a punto de terminar, con lo que va a concluir el papel de Estados Unidos como única fuerza de importancia en el mundo”.

Cajal considera que “el mundo se encuentra de camino a una nueva etapa en la que Estados Unidos ya no va a ser la fuente ética fundamental de los valores de las sociedades occidentales, pues hay una necesidad de imponer una nueva comprensión de la legalidad internacional, la función de las Naciones Unidas, los derechos humanos y la democracia. Por consiguiente, el mundo multilateral se impone al principio de la unilateralidad, y el pensamiento humano ético está en camino de terminar con los equivocados principios que impusieron los neoconservadores en Estados Unidos y sus aliados en España, entre 1996 y 2004, y que desembocaron en los desastres humanos que han aquejado al mundo”.

Cajal dirigió un violento ataque a los políticos e ideólogos estadounidenses extremistas que intentan utilizar a las Naciones Unidas como un trampolín para el logro de los agresivos objetivos de Estados Unidos en el mundo.

Y añadió que “la decisión tomada por George Bush Jr., Tony Blair y el anterior Presidente español, Aznar, en 2003, en relación con la invasión de Iraq, demostró su erróneo fundamento después de suceder los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004. Como  resultado de ello, en España ha surgido una nueva manera de afrontar los peligros del terrorismo, junto a un intento de solucionar las severas crisis de Oriente Medio, Iraq y Afganistán, y la relación entre occidente y oriente, que amenaza con crear más terrorismo”. Por ello, el Partido Socialista Español, bajo la dirección de Zapatero, según sus palabras, “ha ayudado a que la tendencia general de España varíe, no sólo con la retirada de las tropas españolas en Iraq, sino también con la nueva manera de actuar respecto a los problemas del mundo árabe y musulmán y a las minorías, tanto musulmanas como de otras creencias, en España”.

Cajal subrayó que “la seguridad y la paz en el mundo se generalizarán sólo cuando se refuerce el papel de las Naciones Unidas, la legalidad internacional, los derechos humanos y la democracia, y se termine con la unilateralidad a la hora de tomar decisiones cruciales”. Y que “el Presidente del Gobierno de España considera que hay un vínculo claro entre la aplicación de todas las resoluciones internacionales en Oriente Medio y la lucha contra el terrorismo, por lo que no hay que recurrir al eclecticismo en este ámbito”. Zapatero considera, según ha dicho Cajal, que “el peligro del terrorismo mundial se eleva cuando los Estados democráticos traicionan los principios en los que se fundamentan y abandonan las garantías que ofrecen al resto de los países del mundo los compromisos internacionales y la legislación de los derechos humanos para emprender operaciones militares e invadir otros países, contraviniendo así la legalidad y olvidándose de la legitimidad de la guerra justa”. La guerra contra el terrorismo exige, en su opinión, el regreso a esos principios fundamentales de la democracia.

El Subdirector de Asuntos Religiosos del Ministerio español de Justicia, Juan Ferrero, habló de la relación del Estado español con las diversas religiones presentes en España. Y señaló que “el artículo 16 de la Constitución española reconoce el derecho de las religiones presentes en territorio español a practicar sus ritos y cultos no como un don del Estado, sino como un derecho de la Constitución y las Leyes. Y ello se aplica tanto a los cristianos católicos, como a los protestantes, musulmanes y judíos, aunque la Constitución prohíbe que cualquier religión o grupo utilice este derecho para transgredir la paz y la seguridad de los demás habitantes del Estado laico de España. Prohíbe también que se infrinjan los derechos de los demás habitantes y todo intento de imponer una religión sobre las demás por la fuerza”. El Estado español, según sus palabras, “no distingue entre una religión y otra, ni entre cristiano, musulmán, o creyente de otra tendencia, o sea, no tiene preferencias entre católicos y protestantes, ni entre chiíes y sunníes, ni entre judíos conservadores, liberales y ortodoxos, ni prefiere a los que no tienen creencias religiosas. Todos tienen derecho a la convivencia en España, de forma que no vivan aisladamente. Pueden relacionarse unos con otros en una sociedad madura y vital”. El Estado español, en la medida de sus posibilidades, según sus palabras, “intentará no intervenir en los asuntos internos de las religiones y grupos religiosos, y les proporcionará recursos económicos para apoyar instituciones educativas pertenecientes a estos grupos. El Estado español, por ejemplo, ofrecerá recursos, si se lo solicitan, para formar imanes procedentes del exterior, con el fin de que se ocupen de dirigir el culto islámico en España. Apoya con fuerza también conferencias como la de Córdoba, que se celebró el año pasado, y en la que participaron grupos procedentes de todas las partes del mundo árabe y musulmán, que se dedicaron a especificar cómo es el verdadero islam y cómo son sus capacidades reales para convivir e interactuar con el resto de las religiones”.

Mientras que España, según explicó, “no permite a los hombres de religión de cualquier grupo o religión participar en el proceso político electoral como tales, los anima a que intervengan como ciudadanos españoles. El Gobierno acepta las críticas de todos, sean cuales fueren sus tendencias, pues la emisión de leyes y reglamentos se realiza solamente a través del Gobierno español”.

Y señaló que la mayor parte de estas tendencias abiertas a las demás religiones han surgido a partir de la promulgación de la nueva Constitución española en 1978, y con posterioridad, después de la firma de acuerdos entre el Gobierno español y las distintas religiones, partiendo de la Iglesia Católica en 1979, y siguiendo con los acuerdos con protestantes, musulmanes y judíos en 1992.

La Embajadora en Misión Especial del Ministerio español de Asuntos Exteriores y Cooperación para las Comunidades Judías, Ana Salomon, habló de las relaciones entre el Estado español y los grupos judíos del país y explicó que el número de componentes de la colonia judía en España no supera los cuarenta mil, y que el interés de España respecto a los asuntos que importan a los judíos, como el holocausto y el antisemitismo, se halla en un buen nivel.

José Mª Ferré de la Peña, el Embajador en Misión Especial del Ministerio español de Asuntos Exteriores para las Relaciones con las Comunidades y Organizaciones musulmanas en España y su vinculación con otros grupos musulmanes del exterior, subrayó que “la historia de la relación entre cristianos y musulmanes en España no ha sido siempre de color de rosa y que ha estado marcada por hechos sangrientos”, y añadió que actualmente la mayoría de los musulmanes de España son emigrantes procedentes del Magreb árabe (cerca de 4 millones han venido del Magreb, y otros de países asiáticos y del Oriente Medio), y muchos de ellos, según dice, “han obtenido la nacionalidad española después de haber residido en el país durante más de diez años”. De la Peña ha asegurado que el atentado terrorista que sucedió en los trenes de Madrid en 2004 “supuso una gran conmoción para la sociedad española, y muchos creyeron que ello iba a conducir a un aumento de la islamofobia en el país”. Pero la sociedad española es, en su opinión, “abierta y comprende que el islam verdadero no tiende a la violencia en lo que respecta a las otras religiones o hacia los otros pueblos”. Después de estos atentados, el Gobierno español tomó las medidas necesarias para tranquilizar el ambiente, según sus palabras. Y a pesar de que España, según indica, “es nueva en el ámbito de las relaciones entre religiones y tendencias religiosas en comparación con Gran Bretaña, Francia y Alemania, la situación demográfica en ella es distinta, y hace todo lo que puede para evitar que se repitan los sucesos de 2004”.

Muchos de los participantes en la Conferencia de Londres han sentido que la política de España en este ámbito es preferible a las de Gran Bretaña, Francia y Alemania, que se dirigen de forma creciente hacia la asimilación de los musulmanes en los países a los que inmigraron, en lugar de ofrecerles la oportunidad de conservar su identidad social, con la condición de respetar las leyes de los Estados europeos en los que viven.

Lo más importante que surgió en las preguntas y respuestas de los asistentes a las sesiones fue la contestación del Profesor Juan Ferrero a la pregunta de un rabino judío que acudió a la Conferencia. El rabino planteó la posibilidad de que tuvieran lugar discrepancias entre los grupos y organizaciones musulmanes presentes en España sobre asuntos concretos y sobre la manera en que actúa el Estado español con ellos. Ferrero respondió: “El Estado español no ha tomado postura respecto a las discrepancias entre una tendencia y otra. No pensamos que los sunníes sean mejores que los chiíes, y asimismo no consideramos que las posiciones de los católicos sean preferibles a las de los protestantes. Y puesto que el Estado no se abstiene de representar el papel de supervisor del diálogo en beneficio de todos, todos tienen el derecho a manifestar sus posturas y opiniones con la condición de que no las impongan a los demás por la fuerza”.

El Embajador De la Peña señaló la importancia de la Conferencia de Córdoba, celebrada el año pasado en España, para afrontar la islamofobia, y añadió que “el 80% de los musulmanes de España son como los musulmanes de Gran Bretaña, se oponen a la guerra de Estados Unidos y Gran Bretaña en Iraq. Pero los musulmanes de Europa y otros como ellos pueden oponerse a esa guerra mediante su voto en las elecciones legislativas europeas, sin necesidad de recurrir a la violencia. Con toda probabilidad, se organizarán en el futuro otras conferencias como la de Córdoba”.

Entonces intervino un musulmán con visión de futuro y le planteó la siguiente pregunta: “¿Por qué no se coordinan los Estados europeos para plantear una política unificada a la hora de tratar con los musulmanes europeos en lugar de que cada Gobierno afronte el problema a solas?”. Y la respuesta española fue la siguiente: “La situación actual es que cada Estado europeo trata el asunto a su manera y a solas”.

Y la pregunta queda así planteada: cuando Holanda o Dinamarca realizan una política que permite insultar al islam y a los musulmanes, ¿por qué deben pagar España o Gran Bretaña o sus pueblos el precio? O hay una política europea sensata frente a los musulmanes o la anarquía permitirá que continúe el terrorismo injustificado contra Europa.

Nota: Quiero agradecer a la Oficina de Interpretación de Lenguas (OIL) del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación (MAEC) de España por la traducción inicial que hicieron de este texto del árabe al castellano tras la conferencia a petición nuestra desde la Embajada de España en Londres.



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